08 marzo 2010

 

Guía de lenguaje para el ámbito de la salud

"Es sabido que frecuentemente la primera vez que se oye una palabra nueva es difícil que suene bien; es posible que chirríe un poco, es algo parecido a lo que puede pasar cuando se oye una música por primera vez. Así, por ejemplo, cuando para no dejar a las mujeres fuera del discurso se introduce una palabra inusual o una derivación inhabitual, hay quien las rechaza, y no necesariamente porque esté en contra de un lenguaje que recoja la presencia de las mujeres. Hay que recordar, pues, que las cuestiones estéticas, siempre subjetivas y discutibles, así como la familiarización, cercanía y el mayor gusto por unas soluciones u otras, pueden influir en el momento de visibilizar a las mujeres.

Esto comporta que haya personas que prefieran decir o escribir, por ejemplo, usuarias y usuarios antes que personas usuarias. Esto también muestra que hay más de un modo de denominar la realidad o de incluir a las mujeres en el discurso, en este caso una forma doble o una palabra genérica. Lo primordial es sentirse a gusto con la solución adoptada para visibilizarlas.

El único criterio que hay que recordar para abordar los cambios que en este cuaderno se proponen —teniendo muy en cuenta el contexto— es el de visibilizar siempre en la redacción a todas las personas, sean del sexo que sean, de una manera u otra (la lengua siempre lo permite). Esta es la única frontera que no nos podemos saltar."

EMAKUNDE: Guía de lenguaje para el ámbito de la salud

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